martes, 9 de diciembre de 2025

A mi Hijo Travieso




Querido hijo, me pidieron del colegio te escriba esta carta. Te he soltado al fin al mundo y estás viajando a kilómetros de tu hogar. 

Hace tiempo que no conecto con el alma, e hice un recorrido por algunas partes de este blog en que tu presencia se hace jardín,

Recordé la aventura que fue para tí crecer y conectarte con el mundo nombrándolo y cómo nos enseñaste que hay ritmos que le son propios a cada persona. Hace poco me dijiste : "todos somos distintos y vemos todos el mundo diferente. Algunos pueden ver el color rojo, otros no y algunos pueden diferenciar varios tonos dentro de ese mismo color."

Nada es casual. Este fin de semana me encontré con una mamá que comenzaba a avanzar por el camino que hace años habíamos emprendido, también con su hijo menor. Me contó de sus miedos, de su cansancio, pero a la vez de su firme esperanza que todo saldría bien. Su hijo también tenía la misma sonrisa que se dibujaba en tu rostro cuando eras un niño pequeño, y misma mirada curiosa respecto a hechos que a muchos pasaban inadvertidos.

Vi en esa mamá también mi historia y me conmovió.

Este fin de semana fue mágico al celebrar tu cumpleaños de una manera especial, en mi otro jardín cerca del mar. Me gustó verte disfrutar de las aves en el Parque Tricao  en el aviario. Nos dimos cuenta de que el miedo es una conducta aprendida al verlas volar tan cerca de nosotros.

Hijo mío, de la misma forma que te he soltado al mundo, quizás sea hora que te nombre de manera diferente, pues eres un hombre y "Travieso" ha quedado en nuestros lindos recuerdos. Hoy te llamarás  Daniel, como aquel profeta que estuvo en la cueva junto a los leones hambrientos y salió de ella sin daño, pues fue protegido desde lo alto.

Te quiero más allá de los tiempos

Tu mamá

 



 

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Cuando una lámpara se rompe

 Cuando la lámpara se rompe

La luz en el polvo yace muerta—
  Cuando la nube se dispersa
La gloria del arcoíris se desvanece.
  Cuando el laúd se rompe,
Los tonos dulces no se recuerdan;
  Cuando los labios hayan hablado,
Los acentos que nos encantan se olvidan pronto.

                       II
  Como música y esplendor
No sobrevivan ni la lámpara ni el laúd,
  Los ecos del corazón se plasman
No hay canción cuando el espíritu enmudece:—
  No hay canciones, solo tristes elegías.
Como el viento que atraviesa una celda en ruinas,
  O las oleadas de dolor
Esa campana resuena como el tañido fúnebre del marinero muerto.

                       III
  Cuando los corazones se han mezclado alguna vez
El amor abandona primero el nido bien construido;
  El débil es señalado
Para perdurar lo que una vez poseyó.
  ¡Oh Amor!, que lloras
La fragilidad de todas las cosas aquí,
  ¿Por qué elegirte a ti, la más frágil?
¿Para tu cuna, tu hogar y tu tumba?

                       IV
  Sus pasiones te estremecerán.
Mientras las tormentas sacuden a los cuervos en lo alto;
  La razón brillante se burlará de ti,
Como el sol en un cielo invernal.
  Desde tu nido, cada viga
Se pudrirá, y tu hogar de águila
  Déjate desnuda para la risa,
Cuando caen las hojas y llegan los vientos fríos
Percy Bysshe Shelley


sábado, 8 de noviembre de 2025

Mi jardín se hizo testamento

 Oí hace poco de un jardinero la siguiente frase: el jardín es espejo de quien lo cuida, se muere el cuidador y se transforma en Naturaleza. 

Y finalmente lo que siempre me pedía mi abuela: que escribiera y publicara un libro. Seleccioné pocas partes de este blog y lo hice libro, sencillo, pero como un recuerdo para mis niños 

Desde el Alma.  Mis blogs nacieron como testimonio y herencia. No llevan nombre propio porque quise dejar la voz libre de etiquetas, anónima y abierta al viento como hoja que viaja sin dueño. Sin embargo, allí quedaron escritos mis pensamientos, mis emociones, mis búsquedas por años. Al principio los levanté para mí, como un cuaderno íntimo; con el tiempo descubrí que algunas personas me seguían. Ese hallazgo me sorprendió y me recordó que, aunque se escriba en silencio, las palabras siempre encuentran oídos abiertos a escuchar.

Cuando creé este blog, mi intención era que me sirviera como un diario de vida, un espacio donde pudiera expresar libremente lo que siento, sin pretender nada. Poco a poco, comenzaron a llegar personas: algunas se quedaron, otras simplemente siguieron su camino. Me he preguntado a menudo qué es lo que buscan quienes llegan hasta aquí. Descubrí, gracias al indicador de estadísticas, que casi el 40% de las visitas provienen de personas que, al buscar la palabra "triste", encuentran mi blog. Esto me reveló que en el mundo existen muchas personas atravesando la tristeza y cargando angustia. Yo también he sentido ese peso, pero elijo no quedarme ahí; sé que es posible salir adelante, y en esa acción reside la verdadera fortaleza. Algunos me siguen desde lejos, de manera anónima, y sé que son familiares, pues en conversaciones suelen surgir temas publicados aquí. Reconozco a una persona de la familia que me sigue públicamente, por su nombre, lo cual agradezco. Sospecho también de alguien que me lee desde el sur; el GPS lo indica, y aunque no sé exactamente qué busca, le doy la bienvenida y le recomiendo, como siempre, ver la película de Lewis—quizá, si está preparado, encontrará ahí la respuesta que busca. Ser consciente de quiénes me siguen me ha hecho sentir cierto pudor espiritual, que a veces pienso debería encausar en otro blog, ya que la idea no es exponer abiertamente lo que siento, sobre todo si saben quién soy. Sin embargo, continuaré escribiendo, aunque ahora quizá con una pequeña barra al frente.

Escribí también para que mis hijos, cuando quieran, encuentren en estas páginas un reflejo de su madre: una mujer que fue como cualquier mamá, jardinera, poeta, soñadora. Una habitante de un mundo todavía en construcción, que dio gracias por lo sencillo y buscó lo trascendente en cada amanecer. La poesía me acompañó como un río, trayendo metáforas de la naturaleza, intuiciones espirituales, caricias de

mi Dios. Escribí porque no quise que mis pensamientos se extinguieran conmigo. Aquí quedan, para que se acuerden de mí a través de ellos. Esta es su herencia.

María Isabel Egaña Bacarreza 

PD: Y aproveché de certificarlo, La Municipalidad le entregó la categoría de ecológico, lo que además es un aporte material a nuestro entorno


viernes, 11 de abril de 2025

La poesia es un atentado celeste . Vicente Huidobro


  •  He estado ausente hace tiempo, pero los poemas no dejan de circular como voces antiguas en mi mente. Surgen actos poéticos en cada paso que doy, en cada escrito de oficina que redacto, no me dejan tranquila. Es como vivir en una psicosis constante entre el mundo "pagano" (mercado laboral) y el mundo que lo profana ( el arte y la poesía)  ... y me encontré con uno de mis muertos preferidos... Vicente, si supieras que tienes una amante que ha nacido 20 años posterior a tu muerte. Y es ese el mar que tengo de testigo  el cual también  se verá cuando abran el fondo de mi tumba  


Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
hay la espera de mí mismo
y esta espera es otro modo de presencia
la espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
ando en viaje dando un poco de mi vida
a ciertos árboles y a ciertas piedras
que me han esperado muchos años
Se cansaron de esperarme y se sentaron

Yo no estoy y estoy
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco el atroz equívoco

Angustioso lamentable
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
Me estoy haciendo árbol

Cuántas veces me he ido convirtiendo en otras cosas…
Es doloroso y lleno de ternura

Podría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación
Hay que guardar silencio Esperar en silencio

miércoles, 11 de diciembre de 2024

A mí perro, por Neruda

 Gracias por estos 14 años de compañía



UN PERRO HA MUERTO


Mi perro ha muerto.

Lo enterré en el jardín

junto a una vieja máquina oxidada.


Allí, no más abajo,

ni más arriba,

se juntará conmigo alguna vez. él ya se fue con su pelaje,

su mala educación, su nariz fría.


Y yo, materialista que no cree

en el celeste cielo prometido

para ningún humano,

para este perro o para todo perro

creo en el cielo, sí, creo en un cielo

donde yo no entraré, pero él me espera

ondulando su cola de abanico

para que yo al llegar tenga amistades.  


Ay no diré la tristeza en la tierra

de no tenerlo más por compañero

que para mí jamás fue un servidor.

Tuvo hacia mí la amistad de un erizo

que conservaba su soberanía,

la amistad de una estrella independiente

sin más intimidad que la precisa,

sin exageraciones:

no se trepaba sobre mi vestuario

llenándome de pelos o de sarna,

no se frotaba contra mi rodilla

como otros perros obsesos sexuales.


No, mi perro me miraba dándome la atención necesaria

la atención necesaria

para hacer comprender a un vanidoso

que siendo perro él,

con esos ojos, más puros que los míos,

perdía el tiempo, pero me miraba

con la mirada que me reservó

toda su dulce, su peluda vida,

su silenciosa vida,

cerca de mí, sin molestarme nunca,

y sin pedirme nada.


Ay cuántas veces quise tener cola

andando junto a él por las orillas del mar,

en el Invierno de Isla Negra,

en la gran soledad: arriba el aire

traspasando de pájaros glaciales

y mi perro brincando, hirsuto,

lleno de voltaje marino en movimiento:

mi perro vagabundo y olfatorio

enarbolando su cola dorada

frente a frente al Océano y su espuma.

alegre, alegre, alegre

como los perros saben ser felices,

sin nada más,

con el absolutismo de la naturaleza descarada.

No hay adiós a mi perro que se ha muerto.


Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.

Ya se fue y lo enterré, y eso era todo