lunes, 15 de marzo de 2021

A los doctores, enfermeras y auxiliares que tratan a mi mamá y que está internada

 Estimados: antes que nada les cuento que soy la hija mayor de M Isabel y me llamo igual.


Mi mamá jamás me perdonaría saber que no les hemos dado las gracias. Es algo tan sencilllo que cuando nos vestimos de grandezas se nos olvida

No es porque sea mi mamá, pero ella es una persona muy particular. 

Hay algo que mi mamá nunca les va a contar: ella es DOCTORA, también. Pero una doctora muy especial, que conoce y estudia los ciclos de su paciente, entiende sus tiempos y sabe que los medicamentos son solamente parte del tratamiento. El alma de un ser vivo  es  la clave de todo lo que existe y ella  lo sabe desde que nació. 

Ella es DOCTORA de plantas. Va por los jardines y bermas recogiendo semillas, sembrando, y de sus manos lo he visto, salen raíces que ayudan a trasplantar. Ella colabora con la labor de nuestro Dios, pues aquella planta o semilla jamás de manera natural llegaría a reproducirse en el lugar que ella le deja habitar. 

Mi madre no tiene dedos, tiene raíces las que cada vez que penetran en la tierra dialogan y se permiten descubrir aquello que yo aún no he podido descifrar.

En su jardín sencillo brota una infinidad de colores en las que llegan a refugiarse las aves. y llegan sin temor a quedarse.

Por favor, si quieren que ella mejore, sanen también su alma. Háblenle de flores, de la naturaleza, de los árboles, que aún el hombre es capaz de descubrir y gozar de lo sencillo. Que sus hijos tenemos todos un sello que ella nos ha marcado con cariño, y que sabemos qué es lo importante en la vida de un ser humano. Díganle que la extrañamos, la queremos, que yo la espero para una nueva aventura junto al mar y jardines coloridos y  que sus nietos y flores  también la esperan.

M Isabel.  

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