viernes, 4 de diciembre de 2009
adopción, parentesco del alma
Como decían los antiguos “ está escrito” en el libro de nuestras vidas a qué nación vamos a pertenecer, en qué tiempo vamos a nacer, con quién nos vamos a casar , quiénes serán nuestros hijos y cuándo va a ser el final de nuestras vidas.
(Todo ello de manera alguna va en contra la libertad, la cual yo la definiría -sin ser filósofa - como la voluntad al servicio de la inteligencia con el fin de buscar el bien. La libertad absoluta no existe desde que tenemos la limitación de ser seres corpóreos.)
Desde muy pequeña encontraba casi natural la idea de tener un hijo (a) adoptivo (a), lo cual no era bien mirado hace un tiempo en la sociedad en donde me desenvuelvo… no sé si fue una especie de revelación o al menos (en ese tiempo) un pensamiento altruista.
Pasaron los años y me casé… tuve al menos tres pérdidas confirmadas, lo que me causó mucha pena.
Un día le propuse a mi marido adoptar a lo cual él me dijo que le diera tiempo para madurar…. él después de algunos meses aceptó.
Yo soñaba con esa niñita de ojos preguntones… sólo eso podía acordarme en mis sueños, de esos grandes ojos negros.
Yo sabía que desde el pensamiento de Dios , “ella” estaba destinada para ser mi hija.
Cuando nos llamaron para que fuéramos a conocer a nuestra hija, yo tenía un cierto temor que ella no fuera aquella niña. (Ella tenía 9 meses de edad) Esta niñita se aferró ese día a las piernas de mi marido; yo a pesar de eso seguía insegura.
Al segundo día esperando quizás alguna señal, la fui a ver junto con mi madre. Le di su comida a las 19 horas. Me acuerdo que ella en ese proceso dejó de comer, me miró, se aferró a mí y me dijo “mamá” (me acuerdo y me emociono), y luego en un acto de infinita confianza se durmió en mis brazos
YA NO QUEDABA DUDA ALGUNA, ERA ELLA, MI NIÑITA DE OJOS PREGUNTONES, A QUIEN YO ESPERABA DURANTE TANTOS AÑOS
Fue ese instante en donde nos reconocimos como parientes del alma: yo su madre y ella mi hija. Ella estaba destinada por Dios, al cual rezaba para que me la enviara luego, como mi hija.
Por eso sostengo que en el caso de la adopción existe un reconocimiento de pertenencia metafísico, desde siempre y para siempre, más allá de lo mal llamada “lazos de sangre”
Doy gracias todos los días por esa hija maravillosa que Dios me ha confiado
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario