lunes, 9 de julio de 2018

Invierno para beberlo .- Vicente Huidobro


El invierno ha llegado al llamado de alguien

Y las miradas emigran hacia los calores conocidos

Esta noche el viento arrastra sus chales de viento

Tejed queridos pájaros míos un techo de cantos sobre las avenidas

Oíd crepitar el arcoiris mojado

Bajo el peso de los pájaros se ha plegado

La amargura teme a las interperies

Pero nos queda un poco de ceniza del ocaso

Golondrinas de mi pecho qué mal hacéis

Sacudiendo siempre ese abanico vegetal

Seducciones de antesala en grado de aguardiente

Alejemos en seguida el coche de las nieves

Bebo lentamente tus miradas de justas calorías

El salón se hincha con el vapor de las bocas

Las miradas congeladas cuelgan de la lámpara

Y hay moscas

Sobre los suspiros petrificados

Los ojos están llenos de un líquido viajero

Y cada ojo tiene un perfume especial

El silencio es una planta que brota al interior

Si el corazón conserva su calefacción igual

Afuera se acerca el coche de las nieves

Trayendo su termómetro de ultratumba

Y me adormezco con el ruido del piano lunar

Cuando se estrujan las nubes y cae la lluvia

Cae

Nieve con gusto a universo

Cae

Nieve que huele a mar

Cae

Nieve perfecta de los violines

Cae

La nieve sobre las mariposas

Cae

Nieve en copos de olores

La nieve en tubo inconsistente

Cae

Nieve a paso de flor

Nieva nieve sobre todos los rincones del tiempo

Simiente de sonido de campanas

Sobre los naufragios más lejanos

Calentad vuestros suspiros en los bolsillos

Que el cielo peina sus nubes antiguas

Siguiendo los gestos de nuestras manos

Lágrimas astrológicas sobre nuestras miserias

Y sobre la cabeza del patriarca guardián del frío

El cielo emblanquece nuestra atmósfera

Entre las palabras heladas a medio camino

Ahora que el patriarca se ha dormido

La nieve se desliza se desliza

se desliza

Desde su barba pulida



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