miércoles, 3 de abril de 2019

COMPAÑERA , Juan Guzmán Cruchaga

Tu voz, viajera de muchos siglos, llegó apoyándose en un sueño. En ningún país la reconocían. No cabía en ningún recuerdo. No sigas. Quédate. Eres mía. Lo sé desde el alba del tiempo. Tus ojos perseguidos todavía tiemblan de miedo. Oscuras jaurías de angustia los acosaban. Cierra. Hay viento. Descansa. Es la dicha tranquila. El reposo. El silencio y el fuego. Iban tus manos entre mis libros, entre mis flores y mis versos naturalmente, sin asombro. Tampoco había asombro en ellos. Las rosas que ahora te miran son nietas de las que te vieron. Descansa. Quédate. Eres mía. Lo sé desde el alba del tiempo.

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