Estas fiestas las hemos pasado en familia cerca del mar ... la Navidad ha sido inolvidable al celebrar en la Iglesia del pueblo costero la misa del gallo.
Quiero confesar que me siento muchas veces al estar cerca de mi mar ser " hija de él" ... estando lejos de él me siento no desterrada sino desmarizada ... me provoca casi angustia el estar tanto tiempo sin contacto con él y mi necesidad llega a tal punto que me traslado con todos mis sentidos a sus costas: huelo la sal, siento en mi piel la brisa y las gotas de agua al reventar las olas, veo las rompientes, me siento en sintonía con el ir y venir de las olas ... muchas veces les digo a mis hijas , como metáfora que descendemos de una casta de sirenas .... y dialogo con él al encontrarme luego de meses de estar lejos y él me responde ...
Si alguna vez me hacen definir qué es para mi Dios, respondería que es como el mar , absoluto, poderoso, que a pesar de estar lejos de él siempre nos sentimos cerca y que nos alcanza en dónde nos encontremos, que lo necesitamos y que somos sólo una gota de agua que buscamos fundirnos con esa inmensidad , que aunque lo veamos en las rompientes con esa fuerza absoluta, nos da paz sumergirnos en los profundo de él ....
Hoy estamos de vuelta en la capital y cuento los días para partir y estar nuevamente cerca de él
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