jueves, 6 de mayo de 2010

Nerón, el pastor alemán



He tenido en mi infancia muchas mascotas: Serafín el pato , el cual por mi llanto mis padres no pudieron dejarlo en Santiago, sino que nos acompañó de veraneo a la playa. Mis hermanos gemelos los más chicos de la casa, quisieron enseñarle a volar y en ese intento al caer del balcón "se le fue la vida ".
Pascual el conejo, a quien se le agradece el divertido sobrenombre que tenía en el barrio ( señorita coneja) . Siempre se me veía de chica con el conejo en brazos, conejo que creció tanto que a veces no podía cargarlo. Más de una vez tuvo mi padre que salir a buscar al conejo en el jardín del vecino al amanecer , pues como siempre “ el pasto del vecino siempre es más verde y tierno”, se arrancaba a pastar.
Y pasaron otros tantos con no mejor suerte que mi pato, a manos de mis pequeños y traviesos hermanos





Ninguno de esos animales se compara con Nerón, el pastor alemán de mi abuelo materno. Ese perro si hubiera sido persona no cabría duda que hubiera sido un santo. Con mi tío que me llevaba casi cuatro años de diferencia, usábamos al pobre perro como caballo …. Me acuerdo de muy niña los gritos de mi mamá al pasarle el chupete por el hocico del perro , o las veces que le tiraba la cola sin misericordia, pues como comenzaba a caminar necesitaba sostenerme de algo para poder pararme.
Un día con mi tío descubrimos en el garage un tarro con pintura azul. Decidimos darle un toque más artístico al perro y lo pintamos. Mi abuela se llevó un susto grandísimo al ver desde la ventana del repostero pasar una sombra azul que iba arrancando de “ no sabe quién” ( éramos nosotros) a gran velocidad. Hubo que poner muchísimo esfuerzo en despintar a Nerón, pues no era látex sino óleo la pintura que había en el tarro

Mis abuelo al casarse los hijos, se fue a vivir a un departamento en donde Nerón no tenía entrada ( prohibido los animales) . Nerón fue a dar a la casa de uno de los empleados de la casa de mi abuelo, quien a poco tiempo enfermó y murió de pena . Esa muerte la sentí profundamente . Yo a Nerón le tuve mucho afecto y era a quién yo muchas veces saludaba primero al llegar a la casa de mis abuelos. Se cuenta en la familia que yo aprendí a ladrar antes que hablar.

En la casa de mi abuela paterna , me acuerdo de la imagen de un cuadro pintado en el 1800 que ella tenía en el living … eran dos perros pointer tristes recostados sobre una alfombra en una pieza oscura. Esa abuela me contaba la historia del cuadro : eran dos perros tristes que habían perdido a su amo, y recostados esperaban que les llegara a ellos también la muerte.
Nerón nos perdió a nosotros ; él se murió de tristeza y yo hasta el día de hoy lo recuerdo con gran cariño y les cuento a mis hijos mi relación con ese fiel pastor alemán llamado Nerón, ese nombre fiero para un pastor tan amable .

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C.S. Lewis describe en su libro “los cuatro amores” el amor afecto “ …..El afecto ignora hasta las barreras de la especie: lo vemos no sólo entre perro y persona, sino también, lo que es más sorprendente, entre perro v gato; Gilbert White asegura haberlo descubierto entre un caballo y una gallina”

Si hubiera una escala en los afectos éste hacia mi perro estaría en la escala superior

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