Alegrías del hogar bajo las calas
Divagando 2 .....
Hoy fui a buscar en auto a mi hijo más pequeño. Llegué temprano y a pesar de ser otoño hacía calor en el auto ... abrí todas las ventanas y se levantó una brisa fría que hacía bailar a las hojas escarlatas de los liquidámbares plantados en la acera. Comencé a contemplarlos , mirando hacia el cielo y de pronto me vi " viviendo" mi recurso de alegría :
Me encontraba en un acantilado que en parte ingresaba al océano pacífico ... el mar indómito e insolente revolvía sus aguas rompiendo olas en las salientes ... un mar gris lleno de ira me decía : "Ven , te invito" , y yo le respondía : "No te temo" ; mientras conversaba celoso el viento revolvía mi pelo, cubriéndome muchas veces las vista preguntándome ; "Adivina quién es" ; y yo, queriendo sentirlo aún más intenso intentaba enojarlo contestándole : "No se quién eres" ...
INTENSIDAD , SENSACIONES, ENTREGA ABSOLUTA , DESPARECER , eran las palabras que afloraban en ese entonces frente a esos dos gigantes.
Volví a la realidad en una caída abrupta al sentir que los pequeños salían de la escuela ... el viento aún hacía bailar a las hojas de los liquidámbares, invitándome nuevamente a trasladarme a ese lugar tan mío, un lugar propio en la costa del "Pacífico" tan querido. Ese es mi recurso de alegría , "mio propio", personal y escondido.
Luego de esas experiencias siento que no soy hija de mujer, sino de una sirena.
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Hay un cuento de Julio Cortázar que me hicieron leer hace muchísimos años en el colegio : "La noche boca arriba". Se los recomiendo , es genial.
PD: Obviamente no me he sentido nunca a la altura de Cortázar ni de ningún otro escritor, pero la libertad de ser un humilde "chucao" me permite escribir con absoluta sinceridad.
María
miércoles, 28 de abril de 2010
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