domingo, 25 de mayo de 2014

Funerales en invierno


Es triste asistir  un funeral en invierno... el día se confabula con la pena, atizada por el gris y en entumecimiento.

Y fuera del templo llueve, llueven las lágrimas de quien nos ha dejado,  y mientras se leen las lecturas de rigor recorres con la mirada a quienes asisten. Uno a uno miras hacia dónde ellos miran y descubres una infinidad de pensamientos. La tristeza los materializa frente a ellos sin que se den cuenta. Todo negro, y las pocas velas sobre el altar dan indicio que están pronto a apagarse, al igual que la vida de quienes asistimos a la ceremonia. Y atrás una Virgen con el niño en sus brazos ... sabrán algunas madres que deberán ellas enterrar a sus hijos primero? Yo nunca lo sospeché hasta el día que me encontré velándolo.

Cantan las voces entrecortadas , mientras el sacerdote inicia las plegarias finales y bendice el ataúd  ... "Y YO LE RECUCITARE", he sentido que más que  una canción de esperanza es un despedida infinita .... Y piensas porqué El no lo resucita ahora que es cuando más lo necesitan .

Es tan extraña la sensación esa  que tu cuerpo y pensamientos no son comandados por ti ... te ves fuera de ti mismo , y el universo se contrae y se expande una y otra vez , presionando tu cuerpo  y sientes un zumbar constante en tus oídos que  apenas dejan escuchar lo que pasa a tu alrededor ... No estás tú en tu cuerpo, es otro quién toma el control y te dejas llevar. Quizás sea mejor así.

La ceremonia ha terminado, siguen lloviendo desesperanzas ... la procesión se encamina muda  y ausente  hacia el cementerio ... no hay palabras más insolentes en esos momentos que las que se dan a manera de compasión  "Mi más sentido de pésame " . Nadie siente más la muerte que quienes lo han querido . Porqué no callan; en esos momentos el silencio es la mejor manera de respetarlos.

La caravana de autos llega al cementerio tras el auto principal que lo lleva. Todos se bajan y los paraguas negros se abren. La temperatura es baja, y mi sensación, es que el dolor y el frío hacen que  se curve aún más  el alma, y así caminas hacia el lugar final en dónde lo dejarán.

Se acercan los sepultureros y lo bajan a la tierra fría y mojada . Me acuerdo del día en que enterramos a mi abuelo. El espacio era insuficiente para que bajara derecho el ataúd y en uno de los intentos se precipitó  sin control estrellándose al fondo... ese ruido seco y brutal  fue  como si Dante hubiera tocado las puertas del purgatorio ; no se me olvidará nunca.

Y es el momento final, en que lo debes dejar solo. Esa es tu despedida final. El ya cortó el hilo hacia ti y tú no quieres cortar el tuyo hacia él . Ese es el  instante  en que dudas en partir o quedarte un minuto  más ;  sientes que le estás siendo infiel a la vida al iniciar tu marcha y no quisieras volver a repetirlo ... pero  es inevitable volver a sufrirlo .

Siento mucha pena , no por el muerto, sino por los que quedamos. Por eso quisiera pedir no morirme en invierno, pues al menos en primavera o verano, tienes la certeza  que las aves en sus cantos me  velarán cuando tú te alejes, y eso será al menos tu mayor consuelo. María



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