Es triste asistir un funeral en invierno... el día se
confabula con la pena, atizada por el gris y en entumecimiento.
Y fuera del templo llueve, llueven las lágrimas de quien nos ha dejado, y mientras se leen las lecturas de rigor recorres con la mirada a quienes asisten. Uno a uno miras hacia dónde ellos miran y descubres una infinidad de pensamientos. La tristeza los materializa frente a ellos sin que se den cuenta. Todo negro, y las pocas velas sobre el altar dan indicio que están pronto a apagarse, al igual que la vida de quienes asistimos a la ceremonia. Y atrás una Virgen con el niño en sus brazos ... sabrán algunas madres que deberán ellas enterrar a sus hijos primero? Yo nunca lo sospeché hasta el día que me encontré velándolo.
Cantan las voces entrecortadas , mientras el sacerdote inicia las plegarias finales y bendice el ataúd ... "Y YO LE RECUCITARE", he sentido que más que una canción de esperanza es un despedida infinita .... Y piensas porqué El no lo resucita ahora que es cuando más lo necesitan .
Es tan extraña la sensación esa que tu cuerpo y pensamientos no son comandados por ti ... te ves fuera de ti mismo , y el universo se contrae y se expande una y otra vez , presionando tu cuerpo y sientes un zumbar constante en tus oídos que apenas dejan escuchar lo que pasa a tu alrededor ... No estás tú en tu cuerpo, es otro quién toma el control y te dejas llevar. Quizás sea mejor así.
La ceremonia ha terminado, siguen lloviendo desesperanzas ... la procesión se encamina muda y ausente hacia el cementerio ... no hay palabras más insolentes en esos momentos que las que se dan a manera de compasión "Mi más sentido de pésame " . Nadie siente más la muerte que quienes lo han querido . Porqué no callan; en esos momentos el silencio es la mejor manera de respetarlos.
La caravana de autos llega al cementerio tras el auto principal que lo lleva. Todos se bajan y los paraguas negros se abren. La temperatura es baja, y mi sensación, es que el dolor y el frío hacen que se curve aún más el alma, y así caminas hacia el lugar final en dónde lo dejarán.
Se acercan los sepultureros y lo bajan a la tierra fría y mojada . Me acuerdo del día en que enterramos a mi abuelo. El espacio era insuficiente para que bajara derecho el ataúd y en uno de los intentos se precipitó sin control estrellándose al fondo... ese ruido seco y brutal fue como si Dante hubiera tocado las puertas del purgatorio ; no se me olvidará nunca.
Y es el momento final, en que lo debes dejar solo. Esa es tu despedida final. El ya cortó el hilo hacia ti y tú no quieres cortar el tuyo hacia él . Ese es el instante en que dudas en partir o quedarte un minuto más ; sientes que le estás siendo infiel a la vida al iniciar tu marcha y no quisieras volver a repetirlo ... pero es inevitable volver a sufrirlo .
Siento mucha pena , no por el muerto, sino por los que quedamos. Por eso quisiera pedir no morirme en invierno, pues al menos en primavera o verano, tienes la certeza que las aves en sus cantos me velarán cuando tú te alejes, y eso será al menos tu mayor consuelo. María
Y fuera del templo llueve, llueven las lágrimas de quien nos ha dejado, y mientras se leen las lecturas de rigor recorres con la mirada a quienes asisten. Uno a uno miras hacia dónde ellos miran y descubres una infinidad de pensamientos. La tristeza los materializa frente a ellos sin que se den cuenta. Todo negro, y las pocas velas sobre el altar dan indicio que están pronto a apagarse, al igual que la vida de quienes asistimos a la ceremonia. Y atrás una Virgen con el niño en sus brazos ... sabrán algunas madres que deberán ellas enterrar a sus hijos primero? Yo nunca lo sospeché hasta el día que me encontré velándolo.
Cantan las voces entrecortadas , mientras el sacerdote inicia las plegarias finales y bendice el ataúd ... "Y YO LE RECUCITARE", he sentido que más que una canción de esperanza es un despedida infinita .... Y piensas porqué El no lo resucita ahora que es cuando más lo necesitan .
Es tan extraña la sensación esa que tu cuerpo y pensamientos no son comandados por ti ... te ves fuera de ti mismo , y el universo se contrae y se expande una y otra vez , presionando tu cuerpo y sientes un zumbar constante en tus oídos que apenas dejan escuchar lo que pasa a tu alrededor ... No estás tú en tu cuerpo, es otro quién toma el control y te dejas llevar. Quizás sea mejor así.
La ceremonia ha terminado, siguen lloviendo desesperanzas ... la procesión se encamina muda y ausente hacia el cementerio ... no hay palabras más insolentes en esos momentos que las que se dan a manera de compasión "Mi más sentido de pésame " . Nadie siente más la muerte que quienes lo han querido . Porqué no callan; en esos momentos el silencio es la mejor manera de respetarlos.
La caravana de autos llega al cementerio tras el auto principal que lo lleva. Todos se bajan y los paraguas negros se abren. La temperatura es baja, y mi sensación, es que el dolor y el frío hacen que se curve aún más el alma, y así caminas hacia el lugar final en dónde lo dejarán.
Se acercan los sepultureros y lo bajan a la tierra fría y mojada . Me acuerdo del día en que enterramos a mi abuelo. El espacio era insuficiente para que bajara derecho el ataúd y en uno de los intentos se precipitó sin control estrellándose al fondo... ese ruido seco y brutal fue como si Dante hubiera tocado las puertas del purgatorio ; no se me olvidará nunca.
Y es el momento final, en que lo debes dejar solo. Esa es tu despedida final. El ya cortó el hilo hacia ti y tú no quieres cortar el tuyo hacia él . Ese es el instante en que dudas en partir o quedarte un minuto más ; sientes que le estás siendo infiel a la vida al iniciar tu marcha y no quisieras volver a repetirlo ... pero es inevitable volver a sufrirlo .
Siento mucha pena , no por el muerto, sino por los que quedamos. Por eso quisiera pedir no morirme en invierno, pues al menos en primavera o verano, tienes la certeza que las aves en sus cantos me velarán cuando tú te alejes, y eso será al menos tu mayor consuelo. María
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