sábado, 10 de mayo de 2014
NOVALIS .- HIMNO A LA NOCHE
Y quièn dijo que lo alemanes eran poco romànticos ? Novalis o Georg Friedrich Philipp Freiherr von Hardenberg.
Qué ser vivo, dotado de sentidos, no ama por encima de todas las maravillas del espacio circundante, a la Luz jubilosa, con sus colores, sus rayos y sus ondas, dulce omnipresencia al despuntar el alba? Como alma íntima y vital la respira el mundo gigantesco de los astros que flotan, en incesante danza, por su fluido azul, la respira la piedra centelleante y en eterno reposo, la respira la planta, meditativa, que sorbe la savia de la Tierra, y el salvaje animal, ardiente y multiforme, pero antes que todos ellos, la respira el egregio extranjero, de ojos pensativos y labios suavemente cerrados y llenos de sonidos. Como un rey de la naturaleza terrestre, la Luz convoca todas las fuerzas a cambios innúmeros, crea y destruye infinitas ataduras, envuelve a todos los seres de la Tierra en su aureola celestial, con su sola presencia revela el esplendor de los reinos de este mundo.
Dejándola atrás me dirijo hacia la sagrada, inefable y misteriosa Noche. Lejos yace el mundo –sumido en honda cripta– desierto y solitario es el lugar. Una profunda melancolía vibra por las cuerdas del pecho. Quiero descender en gotas de rocío y mezclarme con la ceniza. Lejanías del recuerdo, deseos de juventud, sueños de la infancia, breves alegrías y vanas esperanzas de una larga vida acuden cubiertas de grises ropajes, como niebla del ocaso a la puesta del Sol. En otros espacios ha levantado la Luz sus alegres tiendas. ¿No regresará al lado de sus hijos que esperan su retorno con la fe de la inocencia?
¿Qué es lo que de forma repentina surge del fondo del corazón y sorbe el aire suave dela melancolía? ¿Te complaces también en nosotros, Noche obscura? ¿Qué es lo que ocultas bajo tu manto, que con fuerza invisible me penetra el alma? Un preciado bálsamo destila de tu mano, como si fuera un atado de amapolas.
Tú haces que se levanten las pesadas alas del desánimo. Una obscura e inefable emoción nos invade
–alegre y asustado, veo ante mí un rostro grave, un rostro que dulce y reverente se inclina hacia mí, y entre la interminable maraña de sus rizos, aparece la amorosa juventud de la Madre. ¡Qué pobre y pueril aparece ahora la Luz! ¡Qué alegre y bendita la despedida del día! Sólo porque la Noche aleja de ti a tus servidores,
sembraste en las inmensidades del espacio las esferas luminosas que pregonan tu omnipotencia –tu retorno– mientras dure tu alejamiento. Más celestiales que aquellas brillantes estrellas nos parecen los ojos infinitos que la Noche abrió en nosotros. Más lejos ven ellos que los pálidos ojos de aquellas incontables legiones
sin necesitar la luz, sus ojos atraviesan la profundidad del alma enamorada llenando de indecible deleite un espacio más alto. Gloria a la reina del mundo, la gran mensajera de universos sagrados, la protectora del amor dichoso –ella te envía hasta mí, mi tierna Amada– adorado Sol de la Noche –ahora permanezco despierto– porque soy tuyo y soy mío a la vez –tú me has anunciado que la Noche es vida: tú me has hecho hombre– mi cuerpo se consume en ardor espiritual, y convertido en aire, que a ti me una y que íntimamente me disuelva, y eterna será nuestra noche de bodas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario